jueves, 24 de julio de 2014

La Maternité de Sainte Bernardette






Con Midiala en la entrada de la maternidad



Hace ya muchos días contaba que cuando llegué a la maternidad tuve la certeza de que era aquel el lugar donde yo quería dedicar la mayor parte posible de mi tiempo aquí, en el Congo.

Desde ese día han sido muchas las emociones, las alegrías y tristezas vividas entre estas paredes.



Son innumerables las sensaciones que se agolpan en mi interior y, sinceramente, sé que no voy a conseguir encontrar las palabras adecuadas para transmitir, al menos, una pequeña parte de ellas pero lo  intentaré.












Es un lugar donde la vida se abre paso cada día, donde cada mes nacen alrededor de doscientos niños, donde la fortaleza de las madres sólo es superada por las ganas de vivir que tienen los bebés que ven la luz por primera vez en este sitio, abriendo en seguida sus grandes ojos oscuros, asomando su pelo finamente rizado, sus manos blancas de dedos larguísimos y sus cuerpecitos tostados, como si un sol los hubiera estado iluminando aún antes de nacer. Algunos de ellos (los menos) son oscuros como la noche y otros nacen casi blancos, como si la naturaleza se hubiera equivocado y los hubiera puesto en otro lugar, pero su pelo, sus orejas y una coloración especial en la base de las uñas anticipan que ese tono rosado, tan ajeno a estas latitudes, no durará mucho tiempo.


Las "pinzas umbilicales" son sencillas
hebras de lana esterilizadas 
Equipo de iluminacion para casos de apagon, situacion
que se produce con mucha frecuencia

















Hay muchas maternidades en Lubumbashi; en esta cultura patriarcal un buen número de hijos garantiza a los padres una vejez plácida, por tanto, es fácil encontrar mujeres que alrededor de los treinta, están ya dando a luz a su sexto o séptimo hijo.

En el Congo nada, absolutamente NADA es gratis, ni siquiera la educación ni la sanidad. Esta clínica fue construida en torno a la parroquia del mismo nombre por algunos benefactores, cuyos nombres se recuerdan en varias placas de agradecimiento diseminadas por el centro pero cada vez que alguien entra para solicitar y recibir algún tratamiento o consulta, debe pagar por ello.


Las madres que vienen aquí pagan diez dólares por cada día de estancia y, normalmente permanecen en la maternidad tres días después de parir. A la mayoría de ellas les resulta muy difícil pagar esa cantidad y algunas ni siquiera pueden permitírselo.




La primera vez que atravesé estas puertas, la sensación fue de un viaje en el tiempo hacia otras épocas anteriores. Nada se parecía a los hospitales que nosotros tenemos ahora, la falta aparente de higiene, las instalaciones rudimentarias y la aglomeración de mujeres y bebés no resultaba fácil de asimilar y digerir. Pero he de confesar que, a medida que pasan los días mi visión de aquel momento va cambiando radicalmente y, aunque las carencias son impresionantes, me siento afortunada por poder estar en un lugar en el que cada día suceden grandes milagros.

Las protagonistas de estos acontecimientos diarios son siempre las mujeres.

Midi pasando consulta en una de las salas
Por un lado las enfermeras, capacitadas para hacer los partos completamente solas, desde la recepción de la madre, hasta la limpieza de los restos una vez que todo ha terminado; a veces hay hasta cinco nacimientos en un mismo turno laboral y una sola de ellas se encarga de todo, como delata su aspecto cansado cuando llegamos por la mañana. Aquí tengo que pararme y manifestar mi admiración hacia Midiala para mí, guía y estrella de esta maternidad, aunque a ella le guste pasar desapercibida; esa Súper mujer y Súper monja médico cubana de no más de cuarenta kilos y los mismos años, con sus escarpines y sus espejuelos, siempre tarareando una melodía y con su cruz de Sierva de San José asomando sobre su bata, asiste a estos milagros diarios y se maravilla, y se alegra y marcha a casa llorando muchos días por todo lo que en este lugar sucede día a día.


Las otras protagonistas son las madres. Llegan y entran aquí solas, con un bolso en el que traen todo lo necesario para ellas y para sus hijos.

El hatillo de un recién nacido consiste en un trapo para usar de pañal, unas braguitas, una pera para aspirar las secreciones del bebé en el momento del nacimiento y una ropa que, en la inmensa mayoría de los casos, es de otro hermano y tan grande que nos plantea dificultades para poder acomodar un niño tan pequeño en ella. Después una manta para envolverlo. Para ellas otro trapo de empapar, su ropa interior y un paño de tela que se ponen alrededor del cuerpo para ir caminando desde la sala de partos hasta una cama vecina si durante el alumbramiento su vestido se ha manchado mucho.


Todas las camas tienen un colchón fino de poli piel para que no absorba nada y se pueda limpiar con un trapo húmedo; éstas, en las que las mujeres hacen su dilatación y después pasan un rato recuperándose, no tienen sábanas pues no hay lavadora, ni suficiente mano de obra, ni sábanas de repuesto para estar lavando. De hecho, todo lo que se mancha durante el parto: un hule que se pone bajo el cuerpo de la mujer, su propia ropa, su manto, que muchas veces se usa para empapar toda la sangre y los trapitos que ella traía para usar de compresas, que en ocasiones son necesarios para contener hemorragias, todo eso va a un cubo que trae la mujer y que ella misma lava en cuanto se recupera un poco (que puede ser antes de transcurrir dos horas de haber nacido el bebé). Para esto hay un patio donde tienen agua y tendederos. A la maternidad no entra nadie, ni la familia ni el marido; es ella misma la que lo hace todo. Son mujeres valientes. A veces, después de partos difíciles de los que parecía que no se iban a recuperar en mucho tiempo, las he visto no mucho rato después del alumbramiento volver del patio, ya lavadas ellas, con la espalda brillante aún con gotas de agua, envueltas en un paño limpio, con su colada ya hecha.

El resto de la maternidad son cuatro habitaciones: una de ellas enorme, con diez camas y otras tres con cuatro camas en cada una de ellas; todas con sus correspondientes mosquiteras, con solo una sábana y una manta y con una pequeña cuna de hierro a los pies que casi nunca usan pues colocan sus hijos siempre junto a ellas en las camas.

Los recursos son muy escasos; no hay condiciones para hacer cesáreas, de modo que si hay algún caso extremo se deriva la mujer a un hospital. Hay muchos hospitales porque, tal y como me decían, aquí son un buen negocio.
Equipo de reanimacion en caso de que
el bebé llegue con problemas


Normalmente las mujeres pasan las horas de su dilatación sin apenas ser oídas; las chicas jóvenes con expresiones asustadas pero sin querer hacer ruido; las mujeres experimentadas con aspecto dolorido pero en sus rostros se lee la resignación de quien sabe que este es su sino y que además volverá a pasar por aquí en más ocasiones.

Si el tiempo lo permite, me gusta colocarme a su lado y darles la mano, ayudarles a usar la respiración para aliviar el dolor de las contracciones, intentar preguntarles cosas para distraerlas un poco; ellas murmuran la mayoría de las veces, palabras en swahili que no llego a entender. Parece que ni se dan cuenta de que estoy allí pero cuando intento alejarme me aprietan la mano: Ne partez pas, s’il vous plait! Y Yo les hago caso y me quedo a su lado.

A veces Adriana y yo llegamos cuando la mujer va a dar a luz porque nos llaman si estamos lavando a los niños y haciéndoles la cura del cordón que es algo que hacemos todos los días que vamos a la maternidad, entonces somos testigos activas del milagro de la vida.

Despiertos al mundo
El primer parto que presenciamos las dos juntas fue muy difícil: una chica joven primípara llevaba allí más de dos días, dolorida no hacía más que repetir: “Je suis fatiguée. Aidez-moi”. Así era, estaba agotada y no podía más, de manera que no había forma de que el niño, que a esas alturas ya estaba sufriendo, saliera sin ayuda; Midi pidió que llamaran a John, un enfermero fornido, para empujar en el vientre de la madre pero no llegó, de forma que como éramos las únicas que estábamos allí nos dijo como hacerlo y Adriana y yo empujamos con todas nuestras fuerzas, que fueron muchas porque el bebé empezó a avanzar y por fin, nació. Pero no respiraba; rápidamente se llevó a una mesa de chapa donde se preparan cuando nacen. Todo lo que había allí era un aparato manual para insuflar aire y alcohol: Midi echaba alcohol en la cara del niño y este abría unos ojos inmensos pero en seguida los cerraba; con todo esto y un masaje cardíaco empezó a dar señales de vida pero no tenía fuerzas ni para llorar. El alcohol que hay aquí tiene un olor un poco diferente del nuestro: cada vez que lo huelo no puedo evitar volver a ver esos ojos inmensos que se abrían como un resorte pero sin vida propia y ese cuerpecito que luchábamos por reanimar. Afortunadamente el bebé salió adelante, no se movía mucho pero respiraba. Lo abrigamos muy bien y Adriana lo llevó a la cama de la madre, sin dejar de mirarlo y despertándolo continuamente para que no se olvidase de respirar. Al día siguiente nos dijeron que el bebé no había dejado de llorar en toda la noche. La madre no tenía leche y aquí, cuando sucede eso, no hay ningún sustituto: ni leche fresca, ni manzanilla, ni nada. Midi le dio un poco suero glucosado con una jeringuilla pero no podíamos hacer nada más. Es terrible encontrarse en una situación así, sabiendo lo afortunados que somos en nuestra sociedad en la que cualquier bebé ve la luz en un lugar acogedor donde no le va a faltar un biberón ni un medicamento vital. Aquí, si la madre o el niño necesitan algún medicamento, lo tienen que comprar ellas; su comida, la tienen que traer ellas, su ropa y la del bebé, el jabón para lavarlos,…todo. Y quiero que por encima de todo esto quede claro que la maternidad es un lugar privilegiado donde se sienten protegidas y de donde se van siempre dando las gracias.  

He contado este parto como ejemplo; pensamos que la madre estaría dolorida tras un parto tan difícil, con la presión que hicimos sobre su vientre para que saliera el niño, que le costaría trabajo recuperarse, que el bebé tenía pocas posibilidades,….pero el día después la chica se paseaba por los pasillos con soltura, y tres días más tarde la leche llegó y el bebé empezó a tomar fuerza, de modo que ambos se fueron de allí como si no hubieran sucedido todos los acontecimientos que he relatado. Esto sucede cada día: madres con hemorragias tremendas, chicas que llegan al borde del desmayo, con una vía que le han colocado en algún hospital o maternidad cercanos y que no ha dado resultado, niños débiles que parece que no van a sobrevivir,….y todos salen adelante. El prodigio de la vida se abre camino cada día en la maternidad de Sainte Bernardette y yo he tenido la suerte de ser testigo de estos acontecimientos.




En cuanto el niño sale, la madre nos da las gracias, con un agradecimiento humilde y sincero y nos bendice por nuestra ayuda y esos momentos son impagables, un regalo que atesoraré siempre dentro de mí.






Esos rostros de mujeres un tanto desaliñadas pero de sincero agradecimiento son un motivo más que sobrado para estar satisfecha por haber llegado hasta aquí, hasta esta parte de África que no aparece en los documentales pero que se quedará en mi corazón para siempre.




12 comentarios:

  1. BUENAS NOCHES, QUERIDA JOSEFINA.

    TODO LO QUE HE VISTO Y TODO LO QUE HE LEÍDO HASTA AHORA, ME DEJA SIN PALABRAS. TAN SÓLO UNA VIENE SIEMPRE A MI MENTE Y TE LA REPITO A MENUDO. ERES DIGNA DE ADMIRACIÓN. ¿PODÍAS IMAGINAR, TAN SI QUIERA, QUE IBAS A ATENDER PARTOS?? Y PARTOS EN ESAS CIRCUNSTANCIAS.... PIENSO QUE CUANDO VIERAS LA MATERNIDAD TE QUEDARÍAS HELADA... ¿CÓMO ES POSIBLE QUE UNA MUJER DE A LUZ ASÍ Y LOS NIÑOS SALGAN ADELANTE??
    PUES PORQUE SON MUJERES VALIENTES Y FUERTES. ACOSTUMBRADAS A UNA VIDA DURA Y QUE, COMO TÚ DICES, SABEN QUE TENDRÁN QUE PASAR POR AHÍ MUCHAS MÁS VECES... QUÉ MAL ACOSTUMBRADOS ESTAMOS AQUÍ!!! PERO LA NATURALEZA HUMANA ES ASÍ. Y EL MILAGRO DE LA VIDA QUE PUEDE DAR UNA MUJER ES ASÍ DE MARAVILLOSO. QUE TÚ LO VIVAS CON ELLAS Y ESTÉS VIENDO CÓMO SE SALVA A UN BEBÉ AL NACER, O CÓMO SE ATIENDE A UNA MUJER EN ESE TRANCE, ES INCREÍBLE. TÚ TAMBIÉN ERES MUY FUERTE Y VALIENTE.
    PARA TERMINAR TE DIRÉ, QUE TU FORMA DE NARRAR TUS VIVENCIAS ES UNA PRECIOSIDAD. PARECE QUE TE VEO CONTARLO. LAS FOTOS, PRECIOSAS. YA SÉ QUE TIENES PROBLEMAS CON INTERNET, PERO AL MENOS HEMOS PODIDO HABLAR POR WHATSAPP.¡¡¡¡ QUÉ ALEGRÍA CUANDO TE HE VISTO EN LÍNEA!!! CUÍDATE MUCHO, QUERIDA JOSEFINA. EL BLOG, ES UNA MARAVILLA. COMO TÚ... MUCHISIMOS BESOS. CON CARIÑO. MARINA.

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  2. Querida amiga,hoy me asomo a tu blog para saludarte, y enviarte un abrazo solidario,, ese abrazo que los voluntarios sentimos cuando hemos visto y compartido de primera de mano las necesidades de los olvidados del mundo.¡¡¡Que satisfacción de ver que una ami ga comparta mis inquietudes mis deseos de lucha por una sociedad mas justa¡¡¡Eres una gran mujer sabes lo que quieres y hacia donde vas , y eso en este mundo de inseguridades e incertidumbres dice mucho de una persona .CUANDO TE PROPUSE FORMAR PARTE DE TALLER DE SOLIRIDAD SABIA QUE NO ME EQUIVOCABA.Muchas gracias por la lección de vida que cada dia nos das un abrazo muy fuerte AMIGA .

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  3. Querida amiga,hoy me asomo a tu blog para saludarte, y enviarte un abrazo solidario,, ese abrazo que los voluntarios sentimos cuando hemos visto y compartido de primera de mano las necesidades de los olvidados del mundo.¡¡¡Que satisfacción de ver que una ami ga comparta mis inquietudes mis deseos de lucha por una sociedad mas justa¡¡¡Eres una gran mujer sabes lo que quieres y hacia donde vas , y eso en este mundo de inseguridades e incertidumbres dice mucho de una persona .CUANDO TE PROPUSE FORMAR PARTE DE TALLER DE SOLIRIDAD SABIA QUE NO ME EQUIVOCABA.Muchas gracias por la lección de vida que cada dia nos das un abrazo muy fuerte AMIGA .

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  4. Estoy admirada por la valentía de esas mujeres,y quiero ha todos los voluntarios por la buena labor que desarrollais.
    Un fuerte abrazo valiente colaboradora¡¡¡¡¡¡¡¡¡.

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  5. Hi, Josephine! Aunque como te comentaba en mi email ando bajo mínimos tecnológicos (una tablet con una muy pobre conexión a Internet a través de un móvil con pésima cobertura) no voy ni tengo derecho a quejarme de nada máxime cuando ahora estoy en la playa a escasos 10 km del Rocio. Un abrazo muy fuerte y mis mejores deseos a esas heroinas que día a día hacéis posible el milagro de la vida en unas condiciones tan adversas en la maternidad de Ste, Bernardette como las que nos relatas. Mi mayor admiración a Midiala, Adriana y a ti por ese maravilloso trabajo, en dos palabras: IM-PRESIONANTE !!! ;-).
    Josefina, si bien de esta experiencia no vas a traer los "glóbulos rojos" tan alimentados como en tu visita al Machu Picchu el verano pasado,si volverás con un BAÚL repleto de vivencias y emociones. ¡Ojo en la aduana! no vaya ser que en el "checking" te pongan pegas por sobrepeso de equipaje. Un fuerte abrazo, Enrique

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  6. Hola hermanita. Cuando subiste al blog "La Maternité de Sainte Bernardette", comencé a leerla, pero no pude hacerlo por completo, solo intentar imaginar la situación en la que se encuentran las madres y los hijos, me restaba el aliento para poder seguir leyendo.
    Que inútil es el dinero cuando nos vale para pagar cosas triviales. Llevo desde el Jueves pensando en la cantidad de cosas inútiles que cuestan más de 10 euros aquí. Tengo sentimientos encontrados, no se si estoy alegre por que hemos nacido donde hemos nacido, o triste por las cantidad de cosas que tenemos y que no necesitamos.
    Definitivamente nos hemos ablandado aquí, nuestras mujeres siguen siendo fuertes, así como nuestros niños, ambos tienen que luchar menos para abrirse camino y cuentan con más ayuda. Que absurdo se ven los "trajecitos de primera postura", que hoy mismo he visto en el escaparate de un centro comercial, valen solo para 1 día (que es cuando salen del hospital) y cuestan varios partos de Lubumbashi. No se si tendré más hijos, pero te garantizo que si los tuviera, no enojaría a Dios comprando un "Traje de primera postura".
    Se fuerte hermana, no quiero ni siquiera pensar lo que ha pasado el niño del que nos cuentas para nacer, y lo que le queda por luchar ... pero será fuerte, alguien que lucha tanto por abrirse camino en este planeta, nace siendo un ganador y me imagino que su madre no le va a decir lo que no es capaz de hacer en esta vida.
    No necesitas tanto peso en la maleta para la vuelta a España, regala a Midi la linterna que te di para que te llevases. A ella en la Maternidad le va a ser más útil que a nosotros aquí.
    Un abrazo muy fuerte y sigue luchando.

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  7. Hola guapa!! Me dejas sin palabras, me sumo a todos los comentarios, parece increíble que se puedan atender las mamás en esas condiciones pero reconforta mucho ver que al menos hay gente como tu dispuesta a cruzar al otro lado del mundo para estar con ellas y ayudarlas, me quito el sombrero ante todas. Te mando un abrazo muy fuerte y cuídate mucho. Te quiero mucho cuñi.

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  8. Hola Josefina,impresiona los enormes ojos del niño... qué pena que ocurran estas cosas. Gracias a personas como tú el mundo iría mucho mejor. ¡ CUÍDATE MUCHO !
    Un fuerte abrazo con todo mi cariño, Joaquina.

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  9. Hola Josefina!Son tan grandes y reales tus comentarios,que me parece estar viviendo lo,me quedo impresionada,y solo me queda por decir"que grande eres",no ay gentes ni lugares que se te resistan,y siempre con esa sonrisa y alegría que desbordas,quien pudiera ser como tu?.Se dice que la grandeza de las cosas están hechas de pequeños detalles, pero los tuyos son inmensos e insuperables.Cuídate,pues veo que aun te quedan muchos caminos y sueños que cumplir,muchos besos Marieta

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  10. Hola Josefina, como siempre me dejas sin aliento y sin palabras ante lo que cuentas y cómo lo cuentas. Sigue creciendo. Un beso. Luisa María

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  11. Qué batido de vitaminas de vida te estás tomando! Algo nos llega también a nosotros a través de tus palabras y de tus fotos. Gracias, guapa. Un beso muy fuerte.

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  12. Hola amiga mía, no sabes como me he quedado de impactada por tu relato que me ha sabido a amargo y a dulce , preciosas tus palabras preciosas tus fotos y preciosa Tú, eres grande, pequeña.

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