viernes, 8 de julio de 2016

Dos años después

Hace casi dos años que volví del Congo y preparando un nuevo viaje vuelven a mí, como si hubieran sucedido ayer, las sensaciones del regreso y algunos detalles del regreso.
Cuando llegó el momento de la partida yo ya había asumido que una parte de mí se quedaría allí para siempre. Pero en mi equipaje me traería toda la riqueza de los momentos vividos: las manos estrechadas, los abrazos que establecían lazos, miradas que contenían toda una enciclopedia de palabras, sonrisas que iluminaban como un sol de verano, las gracias recibidas -cuando en realidad deberían ser dadas-, los sonidos que envolvían , los olores que penetraban, los colores que inundaban: los paisajes humanos que recorrí durante todo este tiempo y que se quedaron en mí como parte de ese tesoro interior que todos vamos acumulando y que es nuestro auténtico y único patrimonio vital.
La despedida de las Siervas participando con ellas en su oración matinal fue muy emotiva. Fue Midi la que dirigió la liturgia y nos hizo llorar a Adiana y a mí como a dos niñas con las palabras que nos dirigió. Después, sin ganas y de una forma serena hicimos los últimos preparativos y Firmán nos condujo, igual que nos había recogido cinco semanas antes, al aeropuerto.
Esta vez pude ver más detalles que a la ida, -que ya bastante preocupadas llegábamos con la contraseña de no hablar con desconocidos para fijarnos en muchas cosas-. El aeropuerto de Lubumbashi no se parecía a ninguno otro que yo hubiera visitado hasta el momento; una amalgama de gentes se reunían allí sin ningún orden aparente. La impresión que me produjo fue parecida a una lonja de pescado donde se oyen voces en un maremágnum  de personas que van de un lado a otro, de maletas huérfanas que se apilan como ganado en un rincón, entre un griterío que hacía que el aeropuerto pareciera un Wall Street congoleño, pero con menos corbatas y más colorido.
Emilia nos acompañó y pude comprobar con admiración cómo esta mujer española aparentemente frágil por su constitución física y por su edad se desenvolvía perfectamente en aquel ambiente; pendiente de todos los detalles, sin perder mi maleta de vista, estuvo atenta hasta que se aseguró de que no le ponían una etiqueta equivocada. Con un abrazo enorme me despedí y en ese abrazo iba toda mi gratitud por las semanas vividas con ella y con las demás Siervas, que nos acogieron en su casa y en sus corazones como sólo ellas saben hacer. Cinco semanas conviviendo y sentándonos en una mesa internacional, con Filipinas, España, Cuba, Perú y el Congo, compartiendo preocupaciones, vivencias, risas, confidencias, alegrías, tristezas,...echando todo este bagaje en mi maleta que cada vez está más cargada de las cosas verdaderamente importantes.
Desde que volví del Congo, las aguas que traje de allí no han dejado de regar todos los terrenos a los que hemos podido llegar recorriendo acequias, canales, regatos, albercas,...inundándolo todo de cariño. respeto y SOLIDARIDAD. 
Con la inestimable colaboración, esfuerzo y trabajo del resto del comité de Linares, (sin el que mis aguas no hubieran podido extenderse y calar estas tierras y las mentes y corazones de todos los que nos han han escuchado), hemos sido en este tiempo la voz de los que quedaron allí, esforzándonos, para mejorar un poquito la vida de aquellos que viven tan tan lejos.
A título de ejemplo de la actividad el comité de Linares, os dejo una buena colección de fotos.
Colegio de Almanjáyar en Granada
Ayuntamiento
de Vilches

Mis niños del colegio Santa Teresa Doctora 



El comité de Linares con las Siervas en la última merienda que
pudimos hacer antes de que se marcharan de nuestro lado







En Campillo del Río

Área de la Mujer de Torreblascopedro



Ayuntamiento de Villargordo








Parroquia del Buen Pastor de Linares


Centro de Educación Permanente
Paulo Freire de Linares 
Alumnos de 1º de ESO, iniciando su proyecto de pequeños
emprendedores, cuyos beneficios han sido donados a TdS


Han sido dos años de trabajo que nos han servido para que se cumplan, entre otros, los sueños de las mujeres que se han estado alfabetizando en Lubumbashi, la construcción de pozos de agua potable, la equipación de la maternidad de Sainte Bernardette... 
Con nuestros granos de arena, estamos contribuyendo a levantar montañas y seguiremos haciéndolo.


Ahora es el momento de iniciar una nueva aventura que nos llevará a Filipinas, unas islas que durante 300 años compartieron nuestra historia, fueron súbditas de nuestros mismos reyes y hablaron nuestro idioma.
Desde allí intentaré que mis palabras sobrevuelen todo un continente y lleguen hasta vosotros, traspasen vuestra piel y aterricen suavemente en vuestros corazones. 
Así completarán un recorrido que irá desde mis ojos a mi corazón y de ahí a los vuestros.
¡¡Allá vamos!!