sábado, 12 de julio de 2014

Una semana después


El primer día en el Congo estuvo cargado de acontecimientos.

Aquí amanece muy temprano; por la mañana hace un frío que, a medida que el sol toma fuerza, va desapareciendo para dar paso a un calor suave muy soportable y sólo cuando anochece (alrededor de las seis de la tarde) vuelve a bajar la temperatura y hay que echar mano  de una rebeca de lana,  pero no mucho más.


Como estamos viviendo con las Siervas de San José, los acontecimientos de los que hablaba al empezar han tenido un marcado carácter religioso. La mañana del sábado -así como muchas parejas celebran el veinticinco aniversario de su boda-, una religiosa amiga de Jacky celebraba sus 25 años de votos, de modo que allá nos fuimos a participar de la primera ceremonia congoleña. Entramos en la iglesia antes de que todo empezara y  una explosión de color nos recibió en cada uno de los bancos. Tanto en las mujeres como en los hombres se notaba que habían puesto todo su empeño en lucir espléndidos para la ceremonia; las mujeres con vivos colores, no sólo en sus trajes sino también en los pañuelos que llevaban en la cabeza, independientemente de su edad (de hecho las mayores son las que más destacaban), pulseras y grandes pendientes completaban su atuendo. Los hombres no se quedaban atrás: los que llevaban camisas las tenían de llamativos colores y estampados, y los que iban de traje o bien habían elegido el negro o bien otras telas con brillo casi plateadas, todos con corbatas alegres y bien visibles. Todo este colorido era un regalo para la vista: nada desentonaba ni parecía fuera de lugar, al contrario, cada color contribuía a dar una pincelada que formaba una paleta de tonalidades que cualquier pintor desearía tener.


Mientras estábamos dentro podíamos intuir por las ventanas que fuera se organizaba una procesión de religiosos y religiosas, y cuando empezaron a caminar comenzaron a oírse sus voces, con una armonía impresionante.


La lengua oficial de la República Democrática del Congo es el francés pero la mayoría de las personas aquí hablan swahili, de modo que tanto la misa como los cánticos son en ese idioma. Pero el sonido de sus voces es precioso y el ritmo increíble. Cuando empezaron a entrar en la iglesia sucedió algo que, tanto a Adriana como a mí nos dejó con la boca abierta, ambas nos mirábamos sorprendidas y encantadas: algunas mujeres sacaron algo parecido a una campana con un cuello largo pero cuyo sonido es el de un cencerro de los nuestros y de pronto un estruendo de voces y cencerradas llenó hasta el último de los rincones de la iglesia; las voces no eran tales, sino un sonido agudo que las mujeres hacen con la lengua usando la boca a modo de caja de resonancia, poniendo y quitando de sus labios abiertos la palma de la mano.

En todas las liturgias que he vivido hasta ahora destaca de forma impresionante la alegría y el ritmo del pueblo congolés. Las misas no son pasivas ni silenciosas como las nuestras sino que la música es protagonista y las manos dan palmadas de una forma especial y los brazos se elevan y mueven con la palma de las manos extendidas y meciéndose con una cadencia rítmica que  embriaga e invita a seguirla.

Un coro de religiosos y religiosas cantaba al ritmo de un órgano electrónico acompañado de una pandereta y una muchakala que es como una “brocheta” de calabazas pequeñas y cuyo sonido es parecido al de las maracas.



Tengo muchas dificultades con internet, de modo que me temo que no podré poner imágenes de todo esto y menos aún los fragmentos de videos que he grabado pero lo completaré cuando vuelva a España para que podáis ver todo lo que os explico.



En una parte de la ceremonia todas las amigas de esta religiosa su pusieron en fila para felicitarla y abrazarla, pero no se acercaban a ella caminando, sino bailando con una alegría que resultaba contagiosa. Eso sí, las ceremonias aquí son largas, más de dos horas que sólo la música y lo novedoso de lo que estaba presenciando hicieron que pasaran más rápido.




Cuando todo acabó, salimos; Jacky nos iba presentando a todas las personas que ella conocía y estrechaban nuestras manos con mucho afecto y la mirada franca de quien da la bienvenida a su casa sin reservas.




Preparadas para ir de boda
Después de los saludos nos fuimos rápidamente a casa: comida y ducha exprés y vuelta a la calle. ¡Estábamos invitadas a una boda! ¡Increíble! El año pasado aquella boda quechua y este, recién llegada, una boda congoleña. Afortunadamente Adriana es una chica previsora y había echado a su maleta un par de chilabas (gracias Mariví), lo que nos permitió ir medianamente presentables al evento.

Los novios  entraron en la iglesia precedidos de un grupo de niñas pequeñas que bailaba con un ritmo increíble: llevaban una coreografía en la que no se equivocaban ni un momento y movían sus cuerpos con unas ondulaciones vertiginosas para chicas de esa edad, pero aquí todo es distinto: la música y el baile forman parte de su cultura y nacen ya con este fantástico ritmo en las venas.

Esa boda se celebró sin duda porque por fin el novio habría podido satisfacer el pago que el padre de la novia exige; aquí está aún muy arraigada la costumbre de pagar una dote que suele consistir en una cantidad de dinero (unos 1.500 dólares), un paño -que es la tela con la que se confeccionan sus trajes- de la mejor calidad, para la madre de la novia, un traje para el padre, una o dos cabras y algunas cosillas más que se le ocurran a los padres de esta, que pueden ir según la zona y las costumbres, desde unas gafas de sol, a una manta para el abuelo o abuela, azúcar, sal,... Incluso, me cuentan, a veces se da el caso de que mientras el “aspirante” está reuniendo ese dinero, que aquí es mucho, puede llegar otro avispado y pagar al padre la dote y quedarse con la chica.

Hay música en todos los momentos de la misa, a veces, mientras suena la melodía, los monaguillos siguen el ritmo con unos pasos de baile discretos, pero ¡bailan en el altar!

El congoleño es, entre otras cosas que ya iremos descubriendo, un pueblo muy alegre, que participa activamente y de una forma muy religiosa en las liturgias de la iglesia.

Nos invitaron a la celebración posterior de la boda, pero tuvimos que declinar la invitación pues para el primer día en el Congo, ya eran suficientes las emociones. Además Jacky, nuestra estupenda anfitriona durante toda la jornada, parecía estar muy cansada, de modo que volvimos caminando a casa por las calles de Lubumbashi, que merecerán un capítulo aparte.

Los bailes de estas chicas fueron preciosos

3 comentarios:

  1. Que maravilla hermana. 25 años como sierva, es toda una vida al servicio de los demas, cualquiera de nuestros actos al progimo, se ve totalmente empequeñecido en comparacion. Justo es que la comunidad devuelva un gesto en comparacion.
    Lo que hubiera dado por escuchar las voces en swahili y los instrumentos, creo que nada tendriam que envidiar al Ave Maria de Hendel o a esos coros rocieros (que tam poco me gustan) .
    Hay que ver lo que tienen que sufrir los novios para buscar la dote, aqui nos preocupamos pos cosas mas triviales, como que vamos a poner de segundo plato, si llovera, o a que pais exotico se va a ir de viaje de novios. El no tener una cabra o un puñado de dolares, es la diferencia entre quedarte con la persona amada o que se la lleve otro.
    Que pena que no podamos compartir imagenes por internet, aunque con tus descripciones nos acercas bastante (aun sigo oliendo al conductor de la camioneta).
    Un abrazo hermana, cuidate y da besos a tus compañeras de viaje.

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  2. Hola Josefina, igual que el año pasado, ya empecé a leer tu blogs y tambien el de Adriana. No he escrito antes porque otra vez me hago un lío para enviarll. Aunque tu no pongas fotos tu compañera si las ha puesto, asi que os llevo viendo desde el aeropuerto. Se os ve felices y disfrutando de lo que haceis. Un abrazo para ti y Adriana,. Toñy Reina

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  3. Para ser vuestro primer día en el Congo, no está nada mal, ¡que pasada de boda! ;-) veo que te estás especializando en esta clase de eventos ("wedding planner") ;-) aunque hay notables diferencias con la boda andina que viviste el pasado vernado, al menos eso es lo que transmiten las fotos, imagino que por el propio caracter más abierto de los congoleños, ¿no?, pues sorprendía en la del año pasado ver que la única cara sonriente en las fotos es la tuya, y en esta las sensaciones son distintas.
    En cuanto a tus problemas de Internet veo que poco a poco vas resolviéndolos (me imagino que con la inestimable ayuda e tu hijo), y a excepción de los videos que ya los veremos a tu vuelta, por lo demás NO PROBLEMS o dicho mejor en swahili .... HAKUNA MATATA !!!! Un abrazo!

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